Los niños, desde la temprana infancia, deben de aprender a adquirir hábitos en su vida. Ya sean hábitos de higiene: lavarse las manos antes de comer, los dientes después de cada comida, limpiarse después de ir al baño, etc… También existen hábitos de estudio: sentarse a hacer los deberes solos en un horario determinado, ser aseados con las tareas escolares, prepararse la mochila para el día siguiente, o estudiar para un examen con anticipación.
Los hábitos son necesarios para llevar una vida ordenada, en todas las facetas: el sueño, los horarios de salida, de juego, las normas de cortesía… Desde pequeños, tenemos que enseñarles todos estos hábitos que hacen que nuestros hijos tengan buenos modales, y estén preparados socialmente.
¿Cómo fomentar la adquisición y consolidación de hábitos?
- Ambos padres deben tomar conjuntamente la decisión y ponerse de acuerdo en qué hábitos quieren enseñar a los hijos.
- Seleccionar dos de los hábitos más básicos que el niño no haya adquirido todavía, e iniciar poco a poco en su introducción.
- Decirle al niño, con cariño, confianza y firmeza que a partir de ahora lo tendrá que hacer él solo, aquello que os hayáis propuesto.
- Enseñarle lo que ha de hacer y ponerlo en práctica, elogiando especialmente al principio cada pequeño paso que dé.
- Supervisar que lo hace solo y corregirle si no lo hace bien. Los padres son el mejor ejemplo para la adquisición de un hábito.
- Si se niega a realizar la tarea en cuestión, no negociar y no darle alternativas, debe hacerlo: ser constantes en la exigencia y adoptar las medidas de retirada de privilegios y sobrecorrección con ellos.
- Cuando sea capaz de realizar lo encomendado, solo y bien, elogiarle con palabras de cariño y refuerzo positivo.
- Elegir junto con el niño/a otra conducta que se desee perseguir y seguir el mismo procedimiento,