El Parto, la llegada de mi hija
Hace ahora 1 año que di a luz. Durante este año, he pensado en el parto con sentimientos encontrados. A veces lo pensaba con la alegría de recibir a mi hija entre mis brazos, pero muchas veces también lo he recordado con angustia y tristeza ya que fueron las horas más complicadas de mi vida. Aunque ya ha pasado un año, todavía sigo reviviendo ese momento, con esos sentimientos pero ahora sí, voy encontrando un poco de serenidad cuando hablo del tema.
Desde que me quedé embarazada sentía verdadero pánico a que llegara el momento del parto. Durante mucho tiempo antes, cuando escuchaba a alguna madre contar su experiencia en el parto, rechazaba escucharlo, no quería saber nada, porque siempre he tenido mucha aprensión a los hospitales, enfermedades, sucesos médicos y cosas varias… así que durante muchos años he estado evitando el tema. Pero una vez que estuve embarazada, era inevitable que el momento llegara, lo deseaba con todas mis fuerzas ya que era mi gran ilusión poder ser madre, pero pensar en el parto me paralizaba bastante.
Sé que no soy un bicho raro, al principio me avergonzaba reconocer esto, pero la verdad que desde que he entrado en contacto con el mundo de los blogs de mamás, me doy cuenta de que estos miedos y experiencias también son compartidos por tantas madres como yo. A veces nos han tratado de vender un parto ideal sin complicaciones, pero también tenemos que ser conscientes de que pueden surgir complicaciones durante el parto, y es bueno ser conocedoras de ante mano.
A partir del tercer mes de embarazo, empecé a meterme en blogs y en foros donde poder encontrar experiencias relacionadas con el parto. Aunque encuentras de todo, hay que reconocerlo, me vino bien para ponerme en situación, para situarme poco a poco en ese momento que tenía que venir. Contagiarme de esas experiencias me ayudó a abrir un poco la mente, a conectar y estar alerta, prevenida y preparada.
Pero lo que realmente me sirvió para vivir el momento de la mejor manera posible, fue haber asistido a las clases de preparación al parto. Ya os hablaré más pausadamente sobre mis clases de preparación al parto, que sin duda alguna fue de lo mejor que viví en el embarazo. Gracias a la excelente matrona que tuve en mi pueblo, pude ir conociendo sin tapujos y con información objetiva todo lo que iba a sucedernos en el parto y en el puerperio, así como los cuidados básicos del recién nacido. Aunque reconozco que en alguna clase mientras nos enseñaban fotos de vaginas abriéndose a la vida, y videos de cesáreas, me maree y caí redonda al suelo, pero poco a poco fui tolerando ver esas imágenes, y hacerme una idea de que eso me iba a pasar a mí también. Nos explicó claramente las fases del trabajo de parto, así como los tipos de instrumentos que pueden usar en el parto para ayudar a salir al bebé (fórceps, ventosas..) y ahí me di cuenta de que realmente cada parto es muy diferente, porque juegan tantas circunstancias y tantos factores que es imposible de definir un prototipo de parto normal. Aunque sí que sabemos que lo ideal y recomendable es que el bebé salga por la vagina, a eso me imagino que aspiramos todas las madres…pero no siempre sucede.
Y después de poneros en situación, quisiera contaros mi experiencia en el Parto, tal cual como sucedió, como veo que será un poco largo, lo haré en dos partes.
El 3 de julio del 2014, fui a la matrona, tenía la revisión de la semana 39. Llevaba varios días en los que me encontraba ya muy pesada y con dolores de cabeza, y desde hacía varios meses que llevaba un control de la tensión diariamente porque me subía con facilidad, de hecho tuve que ir varias veces al Hospital porque me pasaba de los límites.
En el control, todo parecía correcto, hasta que la matrona me tomó la tensión, y me pasaba del límite permitido en las mujeres embarazadas, que es 14/9. Como solo quedaban 6 días para salir de cuentas, me dijo que fuera al Hospital a las Urgencias de obstetricia, y que allí me revisarían mejor, y me dirían que hacer. La verdad es que me “cagué”. Pensé…”ay madremia, que ya llega el momento del parto”. No tenía por qué ser así, podría ser una revisión sin más y controlarme la tensión como en otras ocasiones me había pasado.
Total, que le dije a mi madre que nos íbamos al hospital, cogió su coche y paramos en casa a por la maleta mía y la del bebé (que las tenía preparadas hacía dos meses). Llegamos al hospital, y no había apenas gente en espera, así que enseguida pasé al box de obstetricia y me hicieron el primer reconocimiento.
Ya había tenido anteriormente varias exploraciones de tacto en la vagina, y he de reconocer que es muy desagradable, pero para mí, es verdaderamente complicado de realizar, me cierro y es imposible que entre ahí nada. Así que la ginecóloga se armó de paciencia y por fin pudo reconocerme cuando me relajé!. Vio que tenía el cuello del útero bastante borrado, y dijo que estaba blandito. Me hicieron ecografía, la niña estaba bien. Y cuando me tomaron la tensión, verdaderamente la tenía alta, y decidieron llevarme a la sala de monitores para conectarme durante una hora y medir las tensiones de manera regular.
Al pasar la hora, el control de tensiones salió bastante irregular, algunas las tenía bien, otras altas…así que finalmente decidieron que como la fecha de parto estaba cerca, mejor me quedara ingresada para ir controlando al bebé y a mí. Me pusieron ya una vía en las venas por si tenían que ponerme algún gotero, la verdad que lo vi muy acertado, porque con lo que cuesta que me encuentren las venas, más valía que lo hicieran con calma.
Si os digo la verdad, pensé que era lo mejor. Sentí alivio, ya que me ponía nerviosa pensar que me pusiera de parto y no supiera reaccionar, o que no llegáramos a tiempo, o vete a saber que me podía pasar. Así que pensé que estar en el hospital antes del parto era lo mejor, así no habrían contratiempos.
Nos subieron a la planta de maternidad, y ya nos dieron la habitación, el camisón del hospital y todas las instrucciones para la estancia. La verdad que las instalaciones del Hospital la Fe de Valencia están muy bien, y solo con tener habitación para ti sola, ya es una gran ventaja. Por la tarde ya vino mi marido, tras salir de trabajar, y se quedó conmigo todo el tiempo.
Como me sentía bien, estaba a gusto en la habitación, y era bueno para mí salud mental estar tranquila de cara al parto, aunque seguía sin saber cuándo llegaría, porque de momento no había indicios. Así que pasé jueves, viernes y sábado por la mañana, tranquilamente en el hospital, con las revisiones, monitorización en el cuarto y exploraciones correspondientes, todo estaba bien, pero seguían queriendo que me quedara en el hospital, ya que la tensión seguía sin bajarme.
El sábado por la mañana día 5 de julio, me llamaron sobre las 10h para que me revisara la ginecóloga. Fui a la consulta de la planta, con mi camisón y sin bragas, me dijeron. Y al llegar allí, otra vez me realizaron exploración con tacto vaginal, pero en esta ocasión, la ginecóloga me dijo: “ahora vas a sentir un poco de dolor pero es por tu bien”, y noté que me hizo algún tipo de maniobra, de esas que no tienes ni idea que existen, pero luego te enteras de que te las hacen para favorecer el inicio de trabajo de parto. La verdad que me dolió, pero no tanto, soportable. Me dijo que sangraría, pero me ayudaría el movimiento que me había hecho. Me dijo que hoy seguramente me enviarían a casa para que descansara allí y esperara el parto.
Al cabo del rato, empezó a dolerme la cabeza, y se lo dije a la enfermera. Me tomaron la tensión, y la tenía otra vez muy alta, así que al parecer se reunió el equipo médico, y al cabo de un ratito, entró la ginecóloga y me dijo: “pero que ha pasado, si ya te íbamos a enviar a casa… Hemos decidido que como quedan solo 3 días para que salgas de cuentas y la tensión no te baja, te vamos a provocar hoy mismo el parto, prepárate que enseguida vienen a por ti para bajar al paritorio”.
Mi marido y yo nos miramos con cara de entre alegría y “MADREMIA”. Hoy iba a dar a luz!! Llegaba el Parto!! Y nos pusimos a recoger todas las cosas de la habitación, ya que no volveríamos aquí. Enseguida vino un celador con una cama para recogerme y bajarme al paritorio. Ahí me despedí de mi marido, y le dijeron que después de recoger todo y llevarlo al coche, que se dirigiera a la sala de espera de paritorios y allí ya le avisarían de cuando podía pasar conmigo. Mi marido llamó a mi madre y hermana para que vinieran también a estar con él en la espera, y ayudar en lo que hiciera falta.
Así que a las 12 de la mañana, me vi sola con mi cama moviéndose entre los pasillos de la Fe, llena de dudas, de miedo, de alegría porque hoy conocería a mi hija, y con la confianza puesta en los médicos, sabiendo que ellos iban a hacer lo mejor para mí y la bebé. Yo solo quería dejarme llevar, y que todo fuera fácil…ah, bueno! Y que me pusieran la epidural pronto!!
Continuará…
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